Sònia Hernández (escritora)
¿Cuál era su libro favorito de niña?
Momo, de Michael Ende. A los ocho años, mi hermana me descubrió Enid Blyton, que me deslumbró, hasta que Momo lo enturbió todo para mostrar qué era la literatura más allá de las historietas de niñas en un internado.
¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?
Los Mecs juegan a cultivar un huerto, estaba en la casa familiar porque se lo habrían regalado a alguno de mis hermanos. Me fascinaba. También uno sobre el funcionamiento del cuerpo humano, divertidísimo. No me cansaba de mirarlos. Cuando hice la comunión quien era el novio de una de mis hermanas me regaló Un gato en el tejado, la melancolía de ese cuento no me ha abandonado nunca.
¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeña?
Mis hermanas, y uno de mis hermanos, que completó para mí una colección del Barco de vapor. Esa colección me hizo lectora y me puso sobre la pista de Michael Ende o Roald Dahl.
¿Leía a escondidas?
No, leía para esconderme. No me gustaba ayudar en casa (poner la mesa o quitarla, poner orden en la habitación…) y en cuanto podía me agarraba a un libro para que todos vieran que estaba ocupada y que no se me podía molestar. ¡Y lo respetaban!
¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?
Soy la menor de siete hermanos, así que en casa había muchos libros. Heredé las colecciones de Enid Blyton y otros de la editorial Molino, y miraba con respeto los libros que tenía mi hermano mayor, recuerdo especialmente el lomo de El lobo estepario de Hermann Hesse. El primer libro que me compré yo fue uno de la serie de Torres de Mallory. Y me encantaba ir a la biblioteca, me sentía muy mayor porque podía sacar libros prestados y tenía un carnet a los 9 años.
¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeña relacionada con los libros?
Compré por encargo y a plazos uno de los cursos de Torres de Mallory.
¿Qué tres libros para niños recomendaría?
Momo, de Michael Ende; El principito, de Saint-Eixupery; De ratones y hombres, de John Steinbeck; Alicia, de Lewis Carroll.
Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?
Siempre estamos perdiendo cosas por el camino. Mayoritariamente se sigue la corriente que marca el presunto progreso sin saber a dónde queremos llegar exactamente y sin saber quién ha establecido la manera como se ha de progresar. Por suerte, siempre hay quien resiste a estas corrientes, aunque sean pocos. Y gracias a los que resisten, luego aparece alguien que intenta recuperar lo que aparentemente se había perdido.
¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?
Me parece que se tiene demasiado asumido que la promoción de la lectura es una batalla perdida y que se trata con estrategias acomplejadas: se intenta facilitar demasiado. Es cierto que la cultura del esfuerzo está muy desacreditada y que la lectura tiene competidores muy potentes, pero también es cierto que la mayoría no sabemos cómo contagiar la pasión por la lectura. Una buena amiga tiene un hijo de diez años al que le encanta leer, pero le da vergüenza reconocerlo, porque no quiere que los amigos del colegio se rían de él.
¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?
No tengo hijos, pero he intentado con todas mis fuerzas que mis sobrinas y mi sobrino leyeran. No sé si lo he conseguido. Han crecido, y ahora me emociona cuando comento algún libro con ellos.
Sònia Hernández es periodista y escritora. Su última novela es El hombre que se creía Vicente Rojo (Acantilado, 2017).
La foto de la cabecera es de Marta Ligero.