Antonio García Maldonado (analista, consultor, editor, traductor)
¿Cuál era su libro favorito de niño?
Recuerdo varios. La serie de El Barco de Vapor de Fray Perico y su borrico me gustaba mucho, los leía todos. Y también los de El pequeño vampiro y, por supuesto, El pequeño Nicolás. Con las maravillosas ilustraciones de Sempé. También recuerdo que mis padres me compraban libros ilustrados con los dibujos que mis hermanos y yo veíamos en la tele. Soy del 83, y soy hijo de la tele a color, y me acuerdo de buenos álbumes ilustrados de Lucky Luke, Los tres mosqueperros y La vuelta al mundo en 80 días. Me dejaron tanto recuerdo que cuando mi hijo Íñigo empezó a tener algo de conciencia empecé a ponérselos y a verlos con él. Un momento fascinante.
¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?
Mi madre guarda casi todos aquellos libros, y me cuesta elegir entre ellos, pero quizá los que guardo con mayor cariño son los de El pequeño vampiro. Mi tía era (es) la directora de la biblioteca de mi ciudad, y cuando iban a tirar libros viejos, le preguntaba a mi madre si yo querría aquellos que tanto me gustaba leer. Quizá esos libros ilustrados sean los que más proustianamente recuerdo. Aunque hay otro, que regalaron con un periódico, que leí mucho y aún conservo: la edición de 'La vida es así' del descubrimiento de América.
¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeño?
Mis padres, pero no sé si con mucho éxito. Ellos me hablaban de Los cinco de Enid Blyton, de Guillermo y otros, pero no me enganché a ninguno de ellos. Creo que llegué a mis libros porque mis padres, que compraban muchos libros y leían mucho (no siempre una cosa lleva a la otra) nos compraban a mis hermanos y a mí los que la prensa recomendaban, supongo que para que les dejáramos leer a ellos.
¿Leía a escondidas?
No, por suerte. Nunca tuve necesidad. Quizá hice lo contrario. A veces leía sin tener muchas ganas porque sentía que, si no lo hacía, mis padres pensarían que me pasaba algo.
¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?
Me crié rodeado de libros, muchísimos, la casa de mis padres era y es una de las mejores bibliotecas que conozco. Iba a la biblioteca porque lo tenía fácil al ser mi tía la directora, pero no por necesidad. Si queríamos un libro mis hermanos y yo, mis padres no dudaban. Era normal que empezara leyendo una saga en la biblioteca y los siguientes ejemplares ya fueran de la librería. Siempre acompañaba a mis padres a la librería. No tuve que descubrir los libros, siempre fueron parte de mi vida. Y soy consciente de lo privilegiado que soy por ello.
¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeño relacionada con los libros?
Sí. Cuando llegaban los meses calurosos de verano, mi padre solía irse a la cama a leer bastante pronto. Y yo me iba con él. Mis hermanos y mi madre se quedaban viendo la tele en el salón, o jugando, no recuerdo. En una de esas, me fui con mi padre, pero no me apetecía nada leer. No sé por qué. En vez de decírselo, y como era pleno agosto, le miré sujetando mi libro (él sujetaba el suyo a mi lado, concentrado leyendo) y le pregunté: "Papá, ¿leer da calor?". Recuerdo las carcajadas de mi padre.
¿Qué tres libros para niños recomendaría?
Qué difícil. Sé que no son los mejores, porque con los años he conocido otros libros infantiles y juveniles, pero me marcaron tanto El pequeño vampiro, El pequeño Nicolás y Fray Perico y su borrico que me parecería muy poco honesto por mi parte recomendar otros.
Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?
Tiendo a ser bastante indulgente con estas adaptaciones. No sé cómo funciona con los más pequeños, pero he visto buenos trabajos en clásicos como El Quijote o los clásicos griegos que han sido de mucha utilidad. No soy contrario, de entrada. No conozco el caso de Los cinco, pero recuerdo que me aburrieron cuando en su día los leí, o no me engancharon tanto. Quizá un aggiornamento no viniera mal, pero no lo sé. Pero no soy ningún purista en estos asuntos.
¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?
Yo soy de ciencias, aunque provengo de una familia de ciencias muy humanista, de médicos y farmacéuticos lectores compulsivos y de escritores. Creo que, como lector, tengo muy poco mérito. Me viene por ósmosis familiar. Digo esto porque me es difícil juzgar qué funciona o no, porque yo no necesité como lector que me incentivaran en la escuela nada en esos años tan esenciales. Aunque lo que veía en esos años, en los que se nos recomendaba o se nos obligaba a leer al conde Lucanor o La Celestina, me parece que se parece más a la definición de Leopoldo María Panero del colegio: "una institución penal destinada a olvidar la infancia". No sé cómo se hace uno lector sin una familia que lo sea. Obviamente existe, por suerte lo veo, pero no sé cómo se consigue.
¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?
Tengo una rutina con mi hijo Íñigo. Desde que nació, me lo llevaba de librerías, y cuando viene de Jerusalén (donde vive), es él quien me pide que vayamos "a la biblioteca de tus amigos", que es la librería del barrio. Ellos le conocen desde que nació (hace cinco), así que juegan con él, está como en su casa. Hay una estantería de libros infantiles e ilustrados, y él se va, elige dos o tres y me los trae a la mesa donde yo estoy tomando algo. Leemos ocho o diez, y el pacto es que él elige los dos o tres que más le gustan y yo se los compro. Luego los leemos por skype entre semana. El que más le ha gustado estos meses es Otto, el perro cartero, de Tor Freeman. Se lo sabe de memoria, y jugamos a que yo se lo cuento con diferentes acentos por cada personaje. Se parte de risa. Llegué a hacer una versión de Chiquito de la Calzada de la historia. Mi hijo lo ve en sus padres, creo que eso hace que no me preocupe demasiado. No sé cómo lo haré cuando vea que se interese por otras cosas. Todos hemos pasado por ahí.
Antonio García Maldonado (Málaga, 1983), es analista y consultor, editor y ocasional traductor. Es analista jefe del servicio de riesgo-país de LLORENTE & CUENCA, y colabora con Thinking Heads en labores de consultoría estratégica y tendencias globales. Ha sido consultor en América Latina, región en la que ha vivido intermitentemente los últimos años. Fue Business Intelligence Manager de la consultora The Search Group, en su sede central en Belgrado. Es crítico de libros de no ficción de El Cultural del diario El Mundo, donde también escribe como analista de política internacional...