Pablo Velasco Quintana (editor)
¿Cuál era su libro favorito de niño?
Un yanqui en la corte del rey Arturo, en esa edición estupenda de Bruguera en la que salían los protagonistas en el lomo
¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?
Héroes en zapatillas editado por Paulinas. Aunque ahora al recordarlo me doy cuenta de que lo más valioso de ese libro es que lo tenía un amigo mío del colegio, y lo veíamos juntos en el patio.
El otro libro es Pequeño mundo, publicado en SM. La autora es mi madre y lo escribió años antes de que naciéramos sus hijos; de que naciéramos al mundo, porque a la literatura ya habíamos nacido, dos de los personajes principales somos mi hermana y yo.
¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeño?
Como era “el pequeño”, más que recomendarme libros, lo que hacía era fijarme en qué leían mi hermana y mis primos mayores.
¿Leía a escondidas?
Nunca. Me habría encantado hacerlo, por lo cinematográfico que es una linterna bajo las sábanas. Pero nunca se dio el caso.
¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?
Fui un niño educado con esa maravillosa frase de “libros, los que quieras”. Así que salvo alguna petición absurda (cosa que hoy agradezco de corazón) todos los libros que quise pude tenerlos. Además mis padres tenían una buena biblioteca.
Lo que recuerdo con mucho cariño es la biblioteca municipal Cervantes en Béjar, Salamanca (que por cierto es la primera población que se nombra en El Quijote), donde pasábamos los veranos. Estaba en una pequeña pero muy bonita casita en el parque. Uno de los mejores veranos los pasé con Sinuhé el egipcio que cogí prestado allí.
¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeño relacionada con los libros?
Uno de los primeros libros de poesía que compré, siendo, como se dice ahora, un preadolescente, era de la editorial Lumen. No sé por qué razón (pero me encanta) estos libros venían con los pliegos sin guillotinar. Yo no lo sabía. Al llegar a casa quise volver a la librería para quejarme. Qué bueno que un padre le pare a uno a tiempo. De paso aprendí cómo se imprimen los libros y qué era un pliego.
¿Qué tres libros para niños recomendaría?
La serie Lobato (Ediciones Encuentro) que es una historia apasionante de un niño en tiempos de San Francisco de Asís.
También he visto a mis hijos disfrutar mucho con los libros de Roald Dahl, autor que conocí muy tarde. Y para primerísimos lectores me gusta mucho todo lo que edita Kalandraka.
Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?
Una traición. Deberían avisarlo en la cubierta “Retocado. 100% libre de referencias incómodas”. La obra es la que escribió el autor, no la que el editor decide que está a la altura de los tiempos. Eso no es literatura, es publicidad. Si la historia del arte hubiera hecho eso con todas las obras ahora mismo estaríamos huérfanos de referencias.
Una hija mía se ha fascinado por el mundo de Torres de Malory. Leyó uno de los primeros volúmenes en la edición antigua de El Molino y el siguiente en la nueva edición. Al terminarlo me dijo “Qué raro. En el anterior curso rezaban, y ahora no. Si el autor se imaginó a las niñas haciendo eso ¿quién puede decidir, si no es él, que ahora no? Yo me quiero leer lo que escribió Enid Blyton”. Yo me hago la misma pregunta.
¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?
No me atrevo a hacer una afirmación general más allá de lo que veo ahora por mis hijos, y creo que en su caso sí. El método de ir a la biblioteca y hacer fichas de lectura, que podría parecernos tan poco “innovador”, en realidad es el más humano. Es acudir a un lugar donde otros te aconsejan lecturas y luego grabarlo en la memoria para que ese libro no sea un simple pasatiempo sino una compañía más en la vida.
Y es esta mirada la que también me permite criticar el empeño que hay por mandar títulos novedosos que nada aportan, que son una especie de folleto ilustrado facilón que no asusta al niño “con demasiada letra” y con historias banales.
¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?
En esa paradoja de querer obligarles a hacer lo que a mi me parece el ejercicio más maravilloso, navegar por los libros, y a la vez con la certeza de que un hijo nunca hará lo que le digas sino lo que vea, o por lo menos, a corto plazo.
Mi madre un día apareció en casa con una ristra de libros del oeste de Karl May. Tenían unas ilustraciones en la portada apasionantes. Me habló de la maravilla de las historias, de la biografía tan interesante del autor…, y no le hice ni caso. Pero pasaron los años y ahí estaban esos libros guiñándome el ojo desde la estantería. Ahora se los he regalado a un hijo, que los ha apilado diligentemente en un rincón de su biblioteca, mientras ha cogido con avidez su ejemplar de Los Futbolísimos. Karl May y yo esperamos con avidez detrás de la puerta.
Pablo Velasco Quintana es editor (¡uhmmm!), pero en una editorial académica (¡buaaaaa!). Pero aún hay esperanza, porque ha comenzado una aventura editorial con otro Pablo, Gutiérrez en este caso, con el nombre de Ediciones More.