Vicenç Pagès Jordà (escritor)
¿Cuál era su libro favorito de niño?
No recuerdo un libro determinado. No era de los que leían una y otra vez la misma ficción. En cambio recuerdo un libro divulgativo de fauna con muchos dibujos (madrigueras, cachorros, la vida en el bosque): ése lo visitaba a menudo.
¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?
No tenía demasiados libros ilustrados: para eso estaban los tebeos. Uno de los pocos que tenía era una preciosa edición de Pedro y el lobo, tal vez checoslovaca. Los libros ilustrados más comunes incluían una pequeña ilustración en blanco y negro cada diez páginas, como los de Los cinco o Guillermo el travieso.
¿Leía a escondidas?
Sí. Por la noche enroscaba la bombilla para que mis padres no oyeran el sonido del interruptor: era la única manera de escapar del rígido esquema de horas de sueño (incluyendo las siestas veraniegas). En clase, cuando nos aburríamos, con un amigo mío leíamos en voz alta (pero no demasiado) fragmentos de Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, incluidos en el libro de lecturas.
¿Se compraba libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?
En casa no disponía de una biblioteca demasiado provista, pero mis padres compraban regularmente la colección Salvat RTVE, donde entablé una relación estable y continuada con Tom Sawyer, Jim Hawkins e incluso el capitán Gulliver, cuyas aventuras me ayudaban a sobrellevar el tedio y la mala sangre del tardofranquismo. Como regalo, los libros no fallaban: las colecciones de Verne, Salgari y Karl May de Bruguera, por ejemplo. Más tarde, tuve la fortuna de tomar libros prestados de mis hermanas mayores. La biblioteca pública era fundamental; uno de los escasos espacios donde era tratado como un adulto.
¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeño relacionada con los libros?
Al contrario que ahora, conseguir que los niños leyeran no era una prioridad de los padres. Mi madre decía que yo no leía, sino que “devoraba”, y su tono era casi de reproche, como si estuviera dejando otras cosas por hacer (lo cual era cierto).
¿Qué tres libros para niños recomendaría?
El libro de la selva, de Rudyard Kipling; Colmillo blanco, de Jack London; y Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain. Si no les gusta que los dejen, pero no deberíamos sustraerles la oportunidad de conocerlos.
Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los Cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?
Me parece ridículo, además de peligroso. Los libros son fruto de su época. Si seguimos esa tendencia, podemos acabar prohibiendo El Quijote o La Odisea, que incluyen fragmentos bastante bestias.
¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?
Lo difícil es adaptarse a cada alumno. No aburrir con libros elementales a los que ya leen por su cuenta, y no amedrentar a los que no poseen las competencias mínimas. Creo que habría que escoger las lecturas con esmero, acompañarles al principio y dejarles solos poco a poco.
Vicenç Pagès Jordà ha escrito una docena de libros en catalán. En castellano están disponibles: De Robinson Crusoe a Peter Pan. Un canon de literatura juvenil (Ariel, 2009), las novelas La dicha no es completa (El Aleph, 2004) y Los jugadores de whist (Juntando Palabras, 2010), y la novela juvenil Carta a la reina de Inglaterra (Algar, 2017).