Raquel Blanco (distribuidora de libros)
¿Cuál era su libro favorito de niña?
Yo es que de niña niña no leía. En mi casa no había libros, no se tenía la costumbre de leer. El primero lo leería ya con unos nueve años; me puse mala y una prima mía me trajo un libro de aventuras que se llamaba La montaña mágica (ya). Y me entusiasmó, recuerdo la sensación además de una manera muy vívida, cómo había podido yo vivir sin leer hasta ese momento. Luego hubo muchos. Recuerdo que me los prestaba el cura, también unos amigos del cura, y los del colegio, que empecé a mirar de otra forma y leí muy rápido, como había poquitos. Luego llegó una biblioteca ambulante y cambiante, y fue una gozada. Leí entonces El forastero misterioso, de Mark Twain. Es el primer libro cuya influencia tengo clara, me dio tantísimo en qué pensar.
¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?
Aparte de Twain, leí estando en el colegio El señor de los anillos, muchas novelas de Los cinco. Y, como curiosidad, Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. Era muy chica, apenas entendía nada, recuerdo leerlo como el dejarse llevar por las olas, sin pensar. Fue así como llegué a leer poesía, que era algo que hacía un poco a escondidas al principio.
¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeño?
Mi prima, el cura que digo, que era un amor de hombre, también mi señorita, Virginia, que era una persona extraordinaria en muchos aspectos, pero sobre todo con una vocación y un corazón enorme. Donde yo nací no había libreras ni libreros ni nada que se les pareciera remotamente…
¿Leía a escondidas?
Huy, sí, muchísimo… Sobre todo cuando empecé el bachillerato. El primer año mis notas no fueron de sobresaliente, y mis padres le echaban un poco la culpa a los libros. Leía de noche, bajo las sábanas, con una linterna de esas que llevaban pilas/batería. Al año me pusieron gafas, claro.
¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?
Mis dos primeros libros en propiedad los gané en un concurso literario. Aún los conservo, como oro en paño: Año de lobos y Charcos en el camino. Tenía once años. En mi casa no había… hasta que luego empezó a traer mi hermano mayor. Recuerdo leer un manual de electrónica una noche que ya no tenía nada que leer.
¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeño relacionada con los libros?
No olvidaré nunca el primer libro que leyó mi madre, con curiosidad, por ver qué era lo que yo leía con tanta atención. Ya era una adolescente. Se trataba de El disputado voto del señor Cayo. Su comentario: «¿Es esto lo que lees? Dicen un montón de palabrotas». Y ya nunca más volví a verla con ninguno; llegó a la conclusión de que aquello no podía ser del todo bueno.
¿Qué tres libros para niños recomendaría?
Mejor autores, que tres son muy pocos libros, ¿no? Por supuesto, Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate…. Roald Dahl lo hemos leído mucho mi niña y yo. Y todos los libros para niños de Gloria Fuertes. La mía ponía una carita cuando los leíamos, los poemas, las canciones… Merece la pena, háganlo sin miedo en sus casas, que no es un experimento peligroso, todo lo contrario. Había uno, Otto el piloto, que se prestaba a lanzar a la niña piloto por los aires. Volábamos. Unas risas. Otra autora que le gusta a mi hija (esta ya la leyó sola) es Sofía Rhei, las historias de Moriarty.
Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?
Un despropósito.
¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?
En absoluto. A mi hija le hicieron leer un libro de Carlos Zafón cuando tenía doce años.
¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?
Mi hija tiene que dedicar todos los días de media hora a una hora a leer. No hay más tutía. De niña leía cada noche, fue dejándolo por el móvil, por las series en VO, también, empezó a acostarse más tarde; de manera que me planté: o lees o lees. Y muy bien, ahora lo hace antes de cenar, y he notado que se concentra mejor, apenas tiene faltas de ortografía, usa muchísimas palabras diferentes (muchas veces mal, es muy divertido esto), ha aprendido a gruñirme de una manera mucho más rica, más elaborada. Os recomiendo la medida, que puede parecer extrema, pero que no nos ha dado nada más que alegrías, es la pura verdad.
Raquel Blanco es la creadora y responsable de Librerantes, la distribuidora de libros que acompaña y ayuda a Nido de ratones desde que nació, y a otro buen puñado de editoriales.