Lupe de la Vallina (fotógrafa)
¿Cuál era su libro favorito de niña?
Matilda, de Roald Dahl.
¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?
Todos los de Roald Dahl con ilustraciones de Quentin Blake (curiosamente, los que ilustraron otros artistas no me gustaban; me pasó con Charlie y la fábrica de chocolate que, en la edición que me tocó, estaba ilustrada por otro). Quentin Blake fue el primer ilustrador que separé del libro mismo, el primero al que vi como un autor con voz propia que cambiaba la experiencia de mi lectura.
Recuerdo también un libro de cuentos clásicos, con princesas estilizadas con narices respingonas, llorando por Barbazul, que me parecía lo más bonito del mundo.
¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeña?
Mis profesores pero, sobre todo, la biblioteca del colegio y la que teníamos en clase cuando fuimos un poco más mayores. Me dejaba guiar mucho por las ilustraciones de las portadas. En mi casa había muchos libros y se valoraba mucho la lectura, pero no recuerdo que me hicieran recomendaciones hasta la preadolescencia -cuando descubrí, por cierto, la colección de Alianza Cien, que me permitió acercarme a todo tipo de autores adultos con voracidad-.
¿Leía a escondidas?
Leía compulsivamente, siempre. En la cama a escondidas, mientras comíamos, en las visitas familiares, en clase a escondidas, hasta conseguí quitarme el mareo del coche para poder leer en los trayectos. Tuve la suerte de que fuera un vicio que se veía con buenos ojos.
¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?
Las tres cosas, aunque no iba a la biblioteca municipal, sino que usaba la del colegio.
¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeña relacionada con los libros?
Aunque me gustaba estar con mis amigas, me aburría enormemente en el recreo, porque las actividades eran jugar a la goma y cotillear. Así que empecé a quedarme en la biblioteca a escondidas, era un rato maravilloso. Olía a moqueta y a la cera de la mesa y releía una y otra vez mis libros favoritos. Un día me descubrieron y me castigaron con bajar a jugar, me quedé chafada.
¿Qué tres libros para niños recomendaría?
Las Brujas, de Roald Dahl: a pesar de que hable de seres fantásticos, presenta de forma muy realista cómo funciona la vida.
¡Shhh! Tenemos un plan: es para niños muy pequeños, de Chris Haughton, con sentido del humor e ilustraciones maravillosas.
Si quieres pasar miedo, de Angela Sommer-Bodemburg, la creadora del Pequeño Vampiro. Es un libro de miedo que no hace sufrir, genera una inquietud placentera, y toma a los niños en serio.
Esos fueron los libros que disfruté de verdad. Leí los libros clásicos, El Principito, El libro de la selva… pero me dejaron más bien fría.
Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?
Creo que la corrección política es un problema impuesto por los padres. De niña sentía rechazo por los libros cuya finalidad principal fuera dar una lección; se les veía venir. Sí es importante respetar la sensibilidad de los niños, –que no están preparados para leer terror duro o sexo explícito, por ejemplo– pero más allá de esas consideraciones, el valor que debe primar es la capacidad que tiene el libro para capturar al lector. Además, los niños tienen una escala de valores diferente a la adulta: para ellos no tiene por qué ser una desgracia que el protagonista de una historia sea pobre, o viva abandonado en la selva como Mowgli, y puede parecerles un drama que no tenga con quién jugar y se aburra. La moralidad se desarrollará en los ejemplos que vea a su alrededor, y en las lecturas adolescentes.
¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?
No lo sé, mis hijos son demasiado pequeños, el mayor acaba de aprender a leer frases cortas… en mi vivencia sí, pero soy de la generación de EGB, quién sabe qué prodigios ocurren ahora dentro de las aulas.
¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?
Les propongo leer una historia como lo más emocionante que podemos hacer juntos, porque me apetece siempre, y vamos a comprar libros nuevos como un acontecimiento. En realidad es como lo vivimos en casa, estamos bastante emocionados cada vez que compramos un libro, y cuando tenemos un rato de paz suficientemente largo como para leer, ¡se nos saltan las lágrimas!
Lupe de la Vallina es fotógrafa de retratos y viajes. Es colaboradora habitual de Jot Down, El País Semanal o YoDona y sus retratos han ilustrado libros de Penguin Random House o Planeta. Escribe sólo cuando conoce muy bien un tema, es decir, casi nunca. www.lupedelavallina.com