Nido de Ratones

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Ana Garralón

¿Cuál era su libro favorito de niña?

Mi infancia transcurrió durante la dictadura franquista, así que no tuve acceso a los libros. En mi casa nadie me recomendaba libros, la verdad es que no tengo recuerdos de infancia relacionados con la lectura. Como era una niña un poco rebelde, en mi adolescencia comencé a leer como una forma de diferenciarme de lo que me rodeaba. Mi padre leía y sus libros estaban medio escondidos en un armarito detrás de la puerta del salón. No es que estuvieran escondidos por nada especial, supongo que era porque no había estanterías para ellos. Eran novelas y noveluchas. Recuerdo que me impactó Que el cielo la juzgue de Ben A. Williams. Eran ediciones muy populares que prácticamente se desencuadernaban cuando las leías. También había en ese armario esa enciclopedia de López Ibor sobre la vida sexual que debí leer. Pero ya digo que, sorprendentemente, no tengo recuerdos sobre la lectura.

¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?

No, yo creo que nunca tuve un libro ilustrado de pequeña.

¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeña?

No recuerdo a nadie.

¿Leía a escondidas? 

Más que a escondidas, atrincherada. En mi adolescencia mi habitación empezó a llenarse de libros, revistas y cerraba la puerta para leer. Creo que fue como una especie de salvación, refugiarme en la lectura. Era mala estudiante, me portaba mal… la lectura me dejaba ser como era y me brindaba un espacio diferente al de mi vida real.

¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?

Aparte de esa biblioteca escondida no había nada más. Recuerdo una biblioteca pública cerca de mi casa en Conde de Casal a la que iba con frecuencia. Era una biblioteca oscura con un señor detrás del mostrador al que había que pedirle los libros después de buscarlos en las fichas metidas en cajones. ¡Cuánto han cambiado las bibliotecas desde entonces! Esa misma biblioteca fue modernizada años después y me preguntaba cómo le iba a ese señor que era bastante refunfuñón, en un espacio donde todos tocábamos los libros. Iba muchísimo a la Cuesta de Moyano y al rastro donde compraba libros baratos que me daban muchas alegrías. Recuerdo haber leído a Unamuno y tener subrayadísima alguna de las críticas de Kant (seguro que no entendí nada de nada).

 ¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeña relacionada con los libros?

De cuando era pequeña, ninguna. Ya en el instituto recuerdo con mucho cariño a la profesora de literatura que nos dio a leer Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos. Era una de las lecturas del programa. Recuerdo cómo, después de haberla leído nos dio una de las mejores clases de mi vida iluminando capítulos, interpretando hechos y explicando las múltiples metáforas que la novela encerraba. Creo que fue EL momento de entender que la literatura es algo más que un conjunto de palabras.

¿Qué tres libros para niños recomendaría?

Recomendaría un clásico como Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, un moderno como Matilda de Roald Dahl y un contemporáneo como Peter Sís, cuyos libros sobre científicos (Darwin y Galileo) son una maravillosa introducción al mundo ilustrado y a la ciencia comprometida.

Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?

Me parece una inutilidad, esa idea de que cambiando los contenidos de los libros se puede cambiar la realidad. Es ingenua, minusvalora los libros y, me parece, que está amparada por personas que no leen literatura como lo que es. Sobre esto he escrito en mi blog de manera bastante contundente: Contra lo políticamente correcto en la literatura infantil. Nadie verdaderamente lector lee como si los libros fueran instrucciones para la vida. Es un horror.

¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?

Creo que hay docentes comprometidos con la literatura que están creando lectores en las escuelas, pero un gran porcentaje –quiero pensar que no son lectores– simplemente siguen las pautas de los llamados “planes de lectura” donde las editoriales seleccionan los libros que van acompañados de fichas para “hacer” después de la lectura y que alejan a los niños de los libros porque lo relacionan con hacer tareas aburridísimas. Se ha abandonado la conversación inteligente. Creo que basta con que en las escuelas se destinen 10 minutos al día de lectura individual y silenciosa, sin tareas ni pruebas para verificar lo que se ha comprendido.

¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?

¡Ay! No tengo hijos…

A pesar de no haber sido lectora de pequeña, Ana Garralón ha conseguido hacer de la lectura su modo de vida. Es especialista en libros para niños y desde hace casi 30 años trabaja como crítica y tallerista con mediadores de lectura. Su blog http://anatarambana.blogspot.com/ es una referencia en el sector y recibió por su trabajo el Premio Nacional de Fomento de la Lectura en el año 2016.