Nido de Ratones

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Mario Viciosa (periodista)

¿Cuál era su libro favorito de niño? 

No podría recordar sólo uno por el que sintiera predilección. Pero guardo con muchísimo cariño las ediciones de cuentos de la editorial Escuela Española. Mi padre, maestro como mi madre, escribía a veces en su periódico, que tenía una pequeña oficina de otro tiempo en la calle Mayor. Me encantaba acompañarlo, pues en el rellano del entresuelo vivía un gato negro. La periódica visita al felino anticipaba una lectura nueva, que aparecía en casa en forma de volumen de tapa dura. "Paquete de Escuela Española". Recuerdo los de Gloria Fuertes entre carcajadas. Y Pitos y flautas, de Carmen Kurtz. Sólo el título me desternillaba. Lo que es tener 4 años. Por encima de esa edad, todo lo posible de Barco de Vapor color naranja.

¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño? 

Heredé de mi familia materna el gusto por los cartoons americanos de los cincuenta y sesenta. Y, con ellos, una colección de tomos basados en películas de Disney de la Colección Jovial de ERSA. Publicados cuando mi madre era niña, eran (y son) joyitas, con dibujos-fotogramas de las cintas originales. Estaban de Dumbo a Robin Hood. La encuadernación era exquisita. Una pequeña enciclopedia.

También recuerdo el día en que llegó a mis manos El sulfato atómico. Fue una epifanía que me metió de lleno en la religión de Mortadelo y Filemón. Los devoré desde entonces. Plegarias constantes a mis padres para hacerme con lo último que sacaba Bruguera. No sé cuántos tendré de la colección Olé. Fue terrible cuando, tras la quiebra y venta de la editorial, subió el precio. Tocó negociar duro e incluso flirteé con los Don Mikis, que eran más baratos. Aún hoy rindo culto a Ibáñez.

¿Leía a escondidas? 

No. Antes de aprender a escribir ya estaba dibujando tiras cómicas, eso sí. Así que los fines de semana me despertaba muy muy pronto y me ponía a leer. Tras inspirarme bien, pasaba a la acción y me dedicaba a hacer viñetas. Las tramas eran sospechosamente parecidas a las de mi lectura del día. Todo esto, antes de que se levantasen mis padres. Nunca fue ocultado. Los ejemplares terminaban a la venta al precio de un Mortadelo.

¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa? 

Un poco de todo. En plaza Castilla había a veces un rastro de libros y cómics viejos. Ahí, con mis padres o mi tía, caían los Don Mikis de segunda mano. Afortunadamente, conté con buena biblioteca escolar y, desde luego, en casa había una habitación forrada de estanterías.

La parte enciclopédica me encantaba. Estaba la de Los AnimalesCos (de Océano). Con fotografías espectaculares. Me encantaban las guías de árboles. Recuerdo y conservo una de Grijalbo. Mis profesores se extrañaban de que fuesen mi primera elección en la biblioteca escolar. Pero luego me iba a los parques o al campo y me las podía dar de naturalista experto. Me hacía mis propias guías fotográficas con una cámara y carrete en blanco y negro, que era barato.  Algo así pasaba con las estrellas. Podía identificar la Osa Mayor sin problema. Las guías del cielo no faltaron. Y recuerdo volverme de mi primera vez en el Planetario de Madrid con un montón de folletos y puede que hasta algún libro que sería el primero de muchos estelares. Por supuesto, 'Cosmos', de Sagan y Druyan.

¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeño relacionada con los libros? 

Mi madre fue varios años opositora. Se encerraba con libros y blocs en una habitación de casa. Mi acceso a ella estaba permitido bajo estricto silencio. A cambio, tenía bula para pintarrajear y hacer que sabía escribir. Un pobre Atlas general, de Aguilar, fue víctima de mis acotaciones. Soles, estrellas, saturnos y autobuses salían de mi boli (me dejaron pintar con boli con apenas 3 años de edad), por imitación de sus páginas interiores.  Su portada era la primera foto de la Tierra hecha desde la Luna. Pero a mí me contaron que eso que se veía flotando era una luna creciente (porque a simple vista lo parecía; era una Tierra creciente). "¿Cómo va a ser la Luna que se ve desde la Luna?". Mi primera pregunta con espíritu crítico no fue respondida desde la vorágine opositanda. Por fortuna, sorteé caer en el conspiracionismo.

El día de la oposición hubo que madrugar muchísimo para acompañar a mi madre. Antes de que saliera el sol. Me prepararon un arsenal de libros en el coche. Entre ellos, otro heredado: La ardilla hacendosa. Retrato doméstico hipermachista del que yo me quedé con una cosa: salía una emisora de radio por dentro. Estaba fascinado viendo cómo era ese lugar indeterminado al otro lado del transistor. En mi casa no había menos de dos sonando siempre. De la SER a la Inter. De A3 a RNE. Y resultaba que, según el libro de la ardilla, el locutor es siempre… un loro. Para mí, Luis del Olmo pasó a ser un psitacoideo de pico agudo.

¿Qué tres libros para niños recomendaría?

Me gustan bastante los libros de Carlos Pazos. Pueden hablarte de genética o de física cuántica, pero les gustan tanto como a mí: salen gatos. La colección se llama Futuros genios. Claramente no hace falta ser ninguno. Todo el mundo aprende con su lectura.

Para quienes son muy pequeños, Luna, de Rubio y Villán, un clásico de Kalandraka. Porque hay que cantar. Y han conseguido que cada cual le ponga una música diferente a este cuento musicado.

Para quienes son más mayores, Viaje al centro de la Tierra. A poder ser, con ilustraciones de Riou.

Y, por supuesto, ¡El taxidermista, el duque y el elefante del museo! La historia es fascinante y se puede acompañar de una visita con la muchachada al MNCN. Eso sí, a lo mejor hay que aprovechar para explicar que eso de cazar elefantes… ya no. Que para verlos ya están, justamente, los libros.

Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?  

Muchos cuentos tradicionales, los de los hermanos Grimm sin ir más lejos, nos han llegado bastante suavizados. Disney –volviendo a la Colección Jovial, por ejemplo–, nos los ha pintado o caracterizado de una forma amable. No es algo nuevo, pero tampoco va a ser algo que ocurra por decreto.

La misma Disney (sobre todo, desde la era Pixar) le ha dado un completo giro a sus estereotipos. Las editoriales han hecho siempre adaptaciones, algunas, muy exitosas. Ningún texto actúa como una aguja hipodérmica, fabricando machistas, racistas o violentos.  Es el contexto social y cultural (y ahí es donde puede actuar la política) donde se fraguan los comportamientos que reflejan las obras culturales. Otra cosa es el uso que se haga de ella. No imagino una lista de libros originales prohibidos. La responsabilidad está del lado de las familias. Le tengo cariño a La ardilla hacendosa, pero quizás yo mismo les leería mi propia versión. Y saldría Luis del Olmo. Humano.

¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio? 

Tengo referentes cercanos en el espacio y distantes en el tiempo: mis padres, más de 30 años en las aulas; y mis más cercanas amigas maestras, bastante menos  tiempo. En los dos casos han sido exitosos promotores de la lectura con un enfoque basado en el entretenimiento y no en el escrutinio académico o "el programa"; y la conversación, el intercambio de ideas y pareceres en torno a la lectura. No tengo claro que esa sea la tónica general.

¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?

Como no los tengo, termino proyectando mis filias con las proles que me rodean. Trato de pasármelo bien con mis sobrinas. Encontrar puntos de encuentro en tramas y personajes. También en los temas. Apenas están empezando a aprender a leer. Veremos si no terminamos un día visitando rellanos con nidos de ratones negros que anticipen felices lecturas.

Mario Viciosa es periodista, realizador, profesor a ratos. Un newtrino en @Newtral. Responsable de #Ciencia. También @ObjetivoLaSexta. Desviaciones hacia autobuses y saxofones.