Nido de Ratones

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Ricardo Colmenero (periodista)

¿Cuál era su libro favorito de niño?

Uno que se llamaba Yuri y Potof, o algo así, En el país de los caramelos. No sé ni de qué iba. Lo tenía en la casa de la playa en Sanxenxo. Quizá era el único y por eso lo tenía que leer una y otra vez. El otro día se lo conté a un amigo y se empezó a reír por si me hacía leer libros comunistas. Me lo regaló un novio de mi hermana y no sé de dónde lo sacó porque ahora lo busqué en internet y nada. Ains!

¿Recuerda algún libro ilustrado con especial cariño?

De niño leía casi exclusivamente cómics. Era un obseso del fútbol y leía Zipi y Zape prácticamente por esa única razón. De ahí llegue a Asterix. Y a un amigo catalán que estudiaba en Ourense. Bueno, el único catalán que vi hasta los 18 me dejaba unos cómics del Barça de Eric Castel. Los adoraba. Me metía con ellos en la bañera, como aquel amigo de Roberto Bolaño, y salía arrugado. Eran un tesoro para mí.

¿Quién le recomendaba libros cuando era pequeño?

Mi hermana mayor, Celina, era la lectora de la familia. Me dejaba de todo. Me compraba colecciones enteras, que si Los cinco, que si todo de Emilio Salgari, que si todo de Julio Verne, que si todo de elige tu propia aventura. Todo lo que podía necesitar para enamorarme de la lectura, pero nada. Los cinco me parecía que no paraban de comer, de abrir latas de conserva. Las selvas de Salgari eran demasiado grandes. En elige tu propia aventura no tardaban ni veinte páginas en matarme. Mi vocación fue muy, muy tardía, la verdad.

¿Leía a escondidas?

Probablemente lo mismo que en público. En realidad mi primera lectura interesante, además de los cómics, fueron los periódicos. En concreto el diario La Región y muy pronto el Marca, donde precisamente a los 19 años encontré las recomendaciones literarias que me cambiarían la vida, aunque lograran que dejara de leer el Marca.

¿Se compraba sus libros, iba a la biblioteca, tenía libros en casa…?

En mi casa había un montón de libros, pero muy pocos que pudieran interesarme como niño. Por suerte, como decía, era mi hermana la que me surtía. La primera vez que fui a una biblioteca fue a los nueve años en el colegio. Me pusieron en las manos El principito en gallego. Cordero en gallego es “año”, pero yo no lo sabía ni lo pregunté. No me enteré de nada.

¿Tiene alguna anécdota de cuando era pequeño relacionada con los libros?

Por supuesto. Jugaba mucho al fútbol con los click de Playmobil. Hacía ligas y luego redactaba un diario Marca en una libreta de anillas. Aún tengo algo de eso. Había construido las porterías con mecanos, y las redes con las de las naranjas. Pintaba el campo con tiza. En la inauguración llenaba un bote con moscas y lo soltaba en el centro. Mi madre casi me mata. Las tres primeras veces. Ah, lo de los libros. Pues toda la grada eran los libros de casa. Me quedaba un estadio precioso.

¿Qué tres libros para niños recomendaría?

Carlos Vila era mi compañero de clase, luego de Universidad y de piso. De niño empezó a ganar todos los premios de literatura juvenil que existían, y a salir en el periódico, y a dar charlas en los colegios. Carlos Vila fue mi primer superhéroe. ‘Alén da Aventura’ (Más allá de la aventura), fue su primer libro, con 14 años. Ahora está sacando la trilogía de ‘Crónicas del viajante’ con Edebé. Carlos Vila no solo era una inspiración para ponerme a leer, sino para ponerme a escribir. Antes de la adolescencia se me hace difícil recomendar, pero mi hijo no llegará a los 18 sin ‘El guardián entre el centeno’ de Salinger ni ‘El palacio de la luna’ de Auster, leídos.

Algunas ediciones nuevas de libros antiguos retocan los textos para que resulten políticamente correctos. Es el caso de Los cinco, de Enid Blyton. ¿Qué le parece?

Pues supongo que lo que a todo el mundo con sentido común. Que cada historia es hija de su tiempo. Que es de un paternalismo insoportable. A los jóvenes no hay que protegerlos de lo políticamente incorrecto de Los cinco, sino de las personas que piensan que hay que protegerlos de lo políticamente incorrecto de los cinco.

¿Cree que está bien planteado el tema de la lectura en el colegio?

No sé cómo estará ahora la cosa, pero para mí, que no me mataba leer, la lectura de clásicos en el colegio no hacía más que empeorar las cosas. Al menos hasta que te cae un ‘Historia de una escalera’ o un Quijote; porque con La Celestina o Misericordia, de Galdós, a los 15 años tienes ganas de no volver a leer en tu vida. Lo curioso es que yo era buenísimo en literatura. Sacaba unas notazas y siempre era el primero que levantaba la mano para comentar el significado de poemas abominables. Luego escribía los míos, claro, que veía mucho mejores aunque casi todos basados en letras de Jim Morrison. Pero es que con los libros modernos que nos hacían leer todavía era peor. A los 14 leímos, como en muchos colegios de España, el ‘Mecanoscrito del segundo origen’. Nosotros en gallego. Dos niños que son los únicos habitantes de la tierra y a los 17 de ella, y los 12 de él, pierden la virginidad. Aquello me colapsó. Nos dejaba muy jodidos a 40 bigardos vírgenes de 14 años de un colegio solo de chicos.

¿Cómo enfoca el tema de la lectura con sus hijos?

Tiene tres años y su propia biblioteca con más de cincuenta tomos. Son preciosos no sólo en estética, es que ahora te encuentras con libros de sonidos de ópera, o sonidos de disfraces de carnaval en plan Circo del Sol. Libros muy interactivos que abre y brota un monstruo gigante, o un campo de fútbol. Le encantan y flipa. Siempre anda con uno en las manos. En fin, como ahora su padre.

Ricardo F. Colmenero (Ourense, 1977) es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Inició su carrera profesional en el Miami Herald hasta su incorporación como redactor de El Mundo. Ha escrito para GQ, y colabora con IB3 y Radio Galega. Ganador del Premio Julio Camba de Periodismo en 2018 —también del Premio Unicaja de Artículos Periodísticos—, entiende, al igual que su paisano, que el periodismo no es sólo una manera de narrar la realidad, sino de disfrutar de ella para luego tener algo de qué escribir. Amor, precariedad laboral, fracaso, familia y amistad son los elementos con los que el autor dibuja universos complejos con todo el abanico posible de emociones. Acaba de publicar su primer libro, Literatura Infiel (editado por Círculo de Tiza).